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¡¡¡CUIDADO CON EL BOSU!!!


En estos años de profesión he pasado de escuchar a mis clientes decir ¿hoy vamos a trabajar con el “buso” ese?, a escucharles dando una conferencia de lo maravilloso que es para rehabilitar tobillos y trabajar la propiocepción, entre otras cosas. Casi me quedo con lo del “buso”. Aunque peor es escucharlo de boca de un profesional de la actividad física. ¡¡Miedo me da!!


El trabajo con bosu (que es una marca de superficies de equilibrio) puede resultar tan interesante como perjudicial. La diferencia la encontramos en el modo de utilizarlo. Pero para ello primero debemos entender cómo interactúan diversos factores.


Tenemos en el cuerpo unas células específicas encargadas de informar al sistema nervioso sobre la posición de nuestro cuerpo en cada momento (propioceptores) con el fin de regular los movimientos para conseguir el objetivo deseado. Estos propioceptores envían información constantemente hacia el sistema nervioso (comunicación aferente), quien se encargará de valorar esa información y enviar la respuesta adecuada a cada músculo (comunicación eferente). Hasta aquí todo correcto.

El problema comienza cuando existe una lesión. En estos casos, los tejidos se dañan y probablemente la información aferente no es buena, por lo que la respuesta eferente tampoco. Si te llega mala información, el mensaje que emites seguro que es erróneo. Pues eso es lo que ocurre cuando te lesionas: la articulación no funciona bien porque la comunicación falla.


Ahora pongamos el ejemplo del tobillo. Te has hecho un esguince. Los tejidos se han dañado y la comunicación es mala. Tras dejar que baje la inflamación comenzamos la vuelta al entrenamiento. Solo moviéndolo estamos enviando mensajes para obtener respuestas. Si te pones de pie, enviamos muchos más mensajes, por lo que dificultamos la comunicación. Si te pones a la pata coja sobre el pie lesionado, la cantidad de mensajes que enviarás se multiplicará enormemente. Pues imagínate lo que pasará si te subes al bosu. Colapso total. ¡Líneas saturadas! La comunicación, que es lo que queremos mejorar, no fluye. Los músculos encargados de estabilizar el tobillo funcionan incorrectamente, se estresan. Hemos conseguido el objetivo totalmente opuesto al que buscábamos.


Quiero decir con esto que debemos encontrar el momento adecuado para introducir el bosu en una readaptación motriz, pero también en una planificación del entrenamiento. Porque, si queremos obtener buenos resultados, primero debemos mejorar ciertos aspectos del sistema nervioso antes de aventurarnos a entrenar como el Circo del sol. Conocer las herramientas con las que trabajas es fundamental.


PD: Amigos de la propiocepción, ¡los receptores trabajan siempre, aunque no te subas a un bosu! Pero de eso hablaremos otro día.

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